noviembre 5, 2019

Evitar malestares digestivos en los vuelos

Vivo en Tenerife. Debido a nuestra insularidad son muy frecuentes los viajes en avión, tanto entre islas como fuera de ellas. Hay personas que viajan diariamente, ya sea por trabajo o porque forman parte de la tripulación del vuelo.

En mi consulta atiendo asiduamente a personas con problemas digestivos derivados de este tipo de viajes debido a la frecuencia con la que vuelan. Por ello hoy quería explicaros cómo afecta el vuelo a nuestro aparato digestivo y cómo aliviar estos síntomas.

En todo el trayecto de nuestro aparato digestivo tenemos una cantidad de gas de entre 500cc hasta 1500cc. El origen de este gas es en su mayor parte aire deglutido y el resto es producido por los procesos digestivos y la fermentación bacteriana de los alimentos. En condiciones normales este gas está equilibrado mediante la expulsión por la boca o por el recto.

Cuando volamos, conforme el avión gana altitud tras el despegue, la reducción de la presión de aire en la cabina hace que los gases se expandan. Cuando el avión va perdiendo altitud antes de aterrizar, el aumento de la presión en cabina hace que los gases se contraigan. Estos cambios afectan en los lugares donde tenemos aire retenido, como es el caso del aparato digestivo.

Además de la expansión de los gases intestinales, se dan otros cambios importantes tales como reducción de la secreción gástrica y disminución de la movilidad del tubo digestivo (lo que conlleva a un vaciado del estómago más lento).

Por otro lado, la falta de humedad de la cabina (menos de un 20%) reseca la nariz y “adormece” las papilas gustativas por lo que la comida no se disfruta de la misma manera. Por este motivo, los menús de los aviones suelen ser elevados en hidratos de carbono, azúcar, sal, conservantes, grasas trans y casi nulos en fibra para hacerlos más agradables al paladar. Además, deben cumplir con una normativa de modo que son congelados, recalentados a altas temperaturas y están cargados de conservantes por razones obvias. Todo esto puede hacer que nos sintamos hinchados.

Asimismo, debido a la escasa humedad debemos hidratarnos bebiendo agua, zumos, infusiones, pero evitando las bebidas carbonatadas, el agua con gas, el alcohol y el café.

El tipo de alimentos que tomamos antes y durante el trayecto puede prevenir y aliviar estos síntomas, o, por el contrario, acentuarlos.

Evita comer demasiado (no comas por aburrimiento). Evita las comidas grasientas o muy condimentadas. Te aconsejo prescindir el consumo de verduras flatulentas como alcachofas, pimientos, cebollas, pepinos y verduras de la familia de las coles. Incluso la lechuga puede causarte sensación de hinchazón. Mascar chicle produce una deglución de aire excesiva, por ello evítalo.

Si viajas de manera habitual y el problema de la distensión abdominal es muy molesto, te recomiendo un complemento probiótico para reforzar la flora intestinal y combatir los gases, además de infusiones digestivas tales como el hinojo, anís, manzanilla, melisa y regaliz en sustitución del café.

En los vuelos de larga duración se ofrecen menús para los pasajeros que, aunque nutricionalmente dejan mucho que desear con esta medida se intenta evitar cualquier riesgo de intoxicación alimentaria. Por ello se desaconseja llevar nuestra propia comida en estos viajes porque se escapa a sus estrictos controles sanitarios.

Los miembros de la tripulación con tareas semejantes, por norma deben comer diferentes platos para evitar intoxicaciones en masa, y por supuesto hay una ausencia total de bebidas alcohólicas .

Como conclusión, intenta comer de manera muy ligera antes y durante el vuelo, bebe mucho líquido y relájate leyendo un buen libro ya que los nervios y el estrés también afectará a tu sistema digestivo. Muchas gracias por haber llegado hasta aquí.

¡Nos vemos en el próximo post!

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